ESTRÉS, LA PANDEMIA SILENCIOSA

 


«En España el estrés genera un coste anual de 80.000 millones de euros tanto para empresas como para instituciones públicas

«El estrés crónico es el principal factor agravante de enfermedades»

«Sufrir estrés crónico aumenta el riesgo de enfermedades como Diabetes, Cardiacas, psicológicas, autoinmunes y digestivas»

«Estrés, la amenaza silenciosa»

Por Juan Salvador Martín

Podemos definir el estrés como una tensión constante que comienza de manera cerebral y luego es gestionada por el sistema nervioso de la persona y por sus glandulas suprarenales. Esta carga es en esencia energía eléctrica y hormonas que tiene que gestionar nuestro organismo.

Se produce ante situaciones difíciles o que generan preocupación constante a la persona. Podemos diferenciar dos tipos: estrés agudo y estrés crónico. El primero es menos lesivo, se produce en situaciones puntuales en los que la persona reacciona de manera preocupante y sobre-estimulada ante un fenómeno amenzante. Se produce en un corto periodo de tiempo. El sistema nervioso y la glandulas suprarenales están preparadas para distribuirlo y repartirlo al resto del cuerpo. Las hormonas y energia segregadas por ambos sistemas son absorvidas por el organismo, y posteriormente expulsadas.

Sin embargo, cuando esta situación se repite de manera constante u se mantiene durante largos periodos de tiempo, lo que se conoce como «estrés crónico» es cuando comienzan los problemas de salud, ya que este tipo de estrés es el que amenaza la salud de la persona. Y por desgracia, es el más común en la población.

Antes de nada, debemos entender que los seres humanos tenemos dos «partes» en nuestro sistema nervioso, uno es el sistema «simpático» y el otro el «parasimpático». Desarrollados durantes millones de años de evolución con el fin de gestionar todos los procesos del organismo. El sistema nervioso juega un papel fundamental en nuestro organismo, es el encargado de ejecutar las órdenes de nuestro cerebro. Es además el que manda órdenes a nuestros órganos y el que regula nuestro sistema endocrino. El lado simpático es el encargado de la respuesta de huida y ataque, mientras que el parasimpático es el encargado de los procesos que no requieren respuesta inmediata. En este cuadrante podemos encontrar las funciones más importantes como son la regulación de la digestión, el metabolismo, el movimiento de los intestinos y resto de organos, entre otros. El estrés precisamente activa el lado simpático del sistema nervioso, por lo que el cuerpo se prepara para una situación de amenaza vital, es ahí cuando el cuerpo activa el lado simpático, lo que lleva inmediatamente a activar procesos órganicos que el cuerpo considera necesarios para “enfrentar” la amenaza, a la vez «desactiva» los procesos que no considera necesarios. Desactiva, entre otros; El vaciamiento gástrico, la motilidad intestinal, el sueño, la asimilación de nutrientes etc. Lo hace a través de las hormonas «cortisol y catecolaminas» segradas de forma masiva por las glandulas suprarenales de nuestro cuerpo.

Este proceso repetido una vez y otra vez de forma prolongada altera precisamente al sistema nervioso del organismo, que interpreta que nuestro cuerpo «necesita» tener activado el lado simpático de forma continua. Esto lleva a toda una serie de modificaciones en el comportamiento de nuestros órganos y la interacción que tienen con nuestro sistema nervioso. El organismo insufla grandes cantidades de hormonas y éstas no tienen tiempo de ser absorvidas y expulsadas, comienza la muerte y modificación de millones de células, que exhaustas, acaban corrompiendose. De igual forma se produce una sobre carga de energía eléctrica en la médula espinal, que al no poder ser absorvida por el organismo ni por las células, se comienza a acumular en los músculos y órganos de la persona.

En este punto, el organismo comienza a enfermar. La persona comienza a experimentar cambios psicológicos y órganicos, que lentamente, van medrando su salud. Debido a ello el cuerpo genera unos sintomas difíciles de interpretar, en principio comienzan como cambios psicológicos, más tarde, debido a la somatización, aparecen síntomas órganicos. En términos generales comienzan a producirse desequilibrios a nivel psicológico y a nivel físico. Por lo que el estrés es un problema multifactorial y funcional. Porque «afecta» al eje cerebro-organismo, se alteran todas las funciones normales del organismo, y comienzan, por tanto, las denominadas «disfuncionalidades» es decir, las cosaas ya no funcionan con normalidad, o mejor dicho, como lo hacian antes.

Es importante mencionar que durantes miles de años, el cerebro humano estaba preparado para enfrentarse a amenzas físicas y reales, entendiendo ésta como las que tienen una justificación material. Pero debido a la evolución social y tecnológica, propiciadas por un cambio en los habitos de vida y las relaciones sociales humanas, estas amenazas ya no son exclusivasmente físicas, sino mentales. El estrés ya no es propiciado por factores externos, sino internos. La propia mente del individuo comienza a generar amenazas que carecen de base física o real, sino que son «simulaciones» y producto de pensamientos y preocupaciones que no se producen por factores externos.

Esto es un problema sin precedentes, porque este cambio ha sido y es, el más importante y grave responsable del aumento del estrés en la población. Una persona que no salga de casa puede experimentar el mismo nivel de amenaza que la que está en “medio de la selva luchando por sobrevivir”. Esto plantea un gran problema para la humanidad y para los investigadores médicos, que se tienen que enfrentar a un “enemigo” irreal, virtual y producto de la propia mente.

Significa que regular y revertir los daños del estrés resulta más difícil porque se complica el diágnostico, principalmente porque, al igual que con otras alteraciones psicológicas, no hay una causa «órganica» que lo desencadene. Esto produce un sinfin de problematicas para abordarlo, identificarlo, diagnosticarlo y tratarlo.

Las urgencias médicas están colapsadas de patologías órganicas crónicas que, al tener su origen en el estrés, pasan desapercibidas y son infradiagnosticadas y mal tratadas. El estrés no responde a tratamientos químicos tradicionales, tampoco lo hace al «curar» una patología órganica. Lo que lleva a la necesidad de enfrentar este problema desde la psicología y la psquitatría como terapias de primera elección.

Se necesitan esfuerzos desde todos los ámbitos de la salud para poder abordar y tratar este problema. Ya que, como mencioné anteriormente, es un problema multifactorial, es decir, que implica multitud de factores y desencadenantes, y como tal, debemos contar con un concenso de todos los profesionales sanitarios y de todas las disciplinas. Contamos con evidencia clínica que demuestran que la nutrición, Las terapias psicológicas y los cambios en el estilo de vida logran curación en los casos. Sin olvidar, el factor educativo y preventivo.

Este último factor y el hecho de que aún no se haya abordado este problema a nivel social, se sigan produciendo aumentos en los índices de estrés y los problemas derivados de éste. La población actualmente no cuenta con una concienciación que le permita saber cuales son los pasos que debe seguir para su curación.

Es común encontrar a una población atiborrada de ansiolíticos y antidepresivos que no logra «curar» su estrés. Y esto es debido a que no se le ha identificado y tratado de manera correcta. Quizás, como pasa en todos las alteraciones que afectan a la psique, al no ser «visible» se tiende a menospreciar o infravalorar. Un gran error que la sociedad está pagando caro.


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